Filosofía Secular – Naturalismo
La filosofía secular está basada en el naturalismo (o materialismo). El naturalismo es la creencia de que la realidad está compuesta únicamente por materia y que todos los fenómenos pueden ser explicados en términos de causas naturales (ej.: la ley de la gravedad). Roy Wood Sellars nos dice: "El humanismo es naturalista y rechaza la postura sobrenaturalista con su postulado Dios-Creador y Gobernante cósmico."1
Los humanistas seculares enumeran una variedad de posiciones filosóficas que se ajustan a su cosmovisión: el naturalismo, el fisicalismo, el materialismo, el organicismo, u otras teorías "basadas en la ciencia." Pero esta elección no es tan amplia como parece—cada doctrina enumerada sostiene el mismo principio central: el mundo físico es todo lo que existe. De hecho, cada opción presentada es realmente poco más que un sinónimo del naturalismo, la visión filosófica del humanismo secular.
Esta posición dogmática es resumida en el Manifiesto Humanista II: "Ciertamente, la naturaleza puede ser más extensa y más profunda de lo que nosotros ahora conocemos; cualquier nuevo descubrimiento, sin embargo, sólo ampliaría nuestro conocimiento de lo natural."2 La esencia del naturalismo, entonces, es esta—cualquier cosa que exista puede ser explicada mediante causas naturales. Por esto, en la mente de un humanista, lo sobrenatural no puede existir. Aunque algunos humanistas prefieren llamarse organicistas o materialistas (o materialistas "científicos"), el nombre no hace mucha diferencia. Como Corliss Lamont señala: "El materialismo denota la misma actitud general hacia el universo que el naturalismo."3
Filosofía Secular – Negación de lo Sobrenatural
El principio clave de la filosofía secular (el naturalismo) es su negación de lo sobrenatural. Las personas, o creen que sólo lo sobrenatural existe, o que algunas cosas sobrenaturales y algunas cosas naturales existen, o que sólo las cosas naturales existen. Por "sobrenatural," los filósofos generalmente se refieren a cosas que no son materiales, como el alma, la personalidad, o Dios. Los naturalistas niegan todo lo que no está compuesto de materia o lo que no existe en la naturaleza.
Esta corriente de pensamiento se extiende por toda la creencia humanista. Sellars escribe: "El cristianismo, por ejemplo, tuvo un marco de referencia sobrenaturalista en un universo de tres niveles de cielo, tierra e infierno. . . El humanista alega que la visión cristiana tradicional ha sido menoscabada y hecha obsoleta por el crecimiento del conocimiento acerca del hombre y su mundo."4 Los humanistas confían en este "crecimiento del conocimiento" para proporcionar una cosmovisión más exacta. El naturalismo insiste en que un objeto sea observable y medible para ser creíble.
Especialmente, los naturalistas no están dispuestos a creer en un universo que exuda demasiado diseño, porque este diseño podría ser interpretado como evidencia a favor de un Diseñador.5 El naturalista no puede aceptar a un Diseñador, ni a una Primera Causa personal. Henry Miller afirma llanamente: "Imaginar que vamos a ser salvados por intervención externa, ya sea en la forma de un analista, un dictador, un salvador, o incluso de Dios, es una completa locura."6
El humanismo naturalista, entonces, es una filosofía completa. Corliss Lamont lo dice de esta manera: "Para definir el humanismo naturalista en pocas palabras: Rechaza todas las formas de sobrenaturalismo, panteísmo, e idealismo metafísico, y considera el objetivo supremo del hombre el trabajar para el bienestar y progreso de toda la humanidad en esta única vida, según los métodos de la razón, la ciencia, y la democracia."7 Esta definición es importante desde una perspectiva filosófica, porque resume tanto la metafísica como la epistemología del naturalismo. Este capítulo se centrará primero en la metafísica (específicamente, en la cosmología) del naturalismo, y luego explorará su epistemología.
Filosofía Secular – La Ciencia como Fuente del Conocimiento
La negación por parte de la filosofía secular de lo sobrenatural y la confianza en la ciencia como su fuente de conocimiento necesita conclusiones específicas acerca de nuestra mortalidad, nuestra mente, y de la naturaleza misma de nuestra humanidad. La cosmovisión resultante puede parecer que eleva nuestra importancia en términos de nuestra capacidad para controlar nuestro destino. Sin embargo, esta responsabilidad se convierte en una carga, resultando en una visión pesimista, porque sin Dios o un alma eterna, se nos deja sin esperanza, ni propósito en la vida. E.A. Burtt cree que "el acomodo fundamental necesario en un plan inteligente de la vida es la aceptación de un mundo no hecho para el hombre, que no le debe nada, y en sus procesos principales, mucho más allá de su control."8 Este pesimismo es expresado más dramáticamente por Clarence Darrow: "El propósito del hombre es como el propósito del renacuajo—nadar tan lejos como pueda sin morirse; o, aferrarse a la vida hasta que la muerte se lo lleve."9
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