Sociología Cristiana – Introducción
Ya sea sociología cristiana o sociología secular, todos los sociólogos reconocen la existencia de instituciones sociales como la familia, la iglesia, y el Estado. Sin embargo, difieren en su descripción del origen, autoridad, y propósito de estas instituciones y en cómo se relaciona cada una con el individuo. Estas diferencias son el resultado de suposiciones inherentes a su cosmovisión.
La cosmovisión cristiana enseña que Dios creó los hombres y a las mujeres a Su imagen. Sin embargo, las cosmovisiones ateas enseñan que los hombres y las mujeres son animales en evolución. Las cosmovisiones ateas son las visiones predominantes entre los sociólogos modernos, quienes consideran que Dios, Adán y Eva, el Jardín del Edén, y la santidad de la familia, son mitos pre-científicos. Los cristianos comprenden que esta visión errónea es responsable por muchos de los fracasos que vemos en la sociedad contemporánea, como el abuso de drogas y alcohol, crímenes, abortos, perversión sexual, enfermedades, y pobreza.
Sociología Cristiana – El Libre Albedrío y la Sociedad
La sociología cristiana afirma el libre albedrío y responsabilidad del individuo. Hay una diferencia fundamental entre ella y la sociología atea. Los enfoques ateos afirman que la sociedad determina nuestra conciencia y acciones. El cristianismo, por otro lado, sostiene que somos libres de escoger entre lo correcto y lo equivocado, el bien y el mal, y que nosotros moldeamos a nuestra sociedad en el proceso (en lugar de ser moldeados por ella).
El cristianismo nos da control sobre nuestra sociedad, pero también requiere que seamos responsables de nuestras decisiones. En la cosmovisión cristiana, enfrentamos las consecuencias de nuestras acciones. La desobediencia a Dios de Adán y Eva en el Jardín del Edén, en los primeros capítulos del Génesis, tuvo como resultado, no solamente su expulsión del paraíso, sino que también trajo una maldición sobre toda la raza humana. William Stanmeyer explica: "Si la conducta del hombre estuviera condicionada de algún modo por un código genético o por algún aspecto social externo, entonces ningún juez justo lo podría culpar del mal que comete. Pero las Escrituras enseñan inequívocamente que Dios culpó a Adán y a Eva por sucumbir a la tentación de la desobediencia y los castigó como correspondía."1
El relato del Génesis acerca del pecado de Adán y Eva no sólo demuestra que somos responsables de nuestras acciones, sino que también enseña que somos culpables ante Dios. Un autor cristiano dice: "El hecho de la culpa es una de las principales realidades de la existencia de hombre".2 Por lo tanto, la sociología cristiana intenta comprender la sociedad a la luz de nuestro libre albedrío y de las consecuencias de nuestra libre elección de apartarnos de Dios. La caída del hombre en el pecado ha ocasionado que todas las sociedades de todos los tiempos estén marcadas por alienación, imperfección, y pecado.
Algunos ejemplos históricos de nuestras imperfecciones y estado de alienación incluyen a Rousseau, el cual puso a todos sus cinco hijos en orfanatos, al poeta Shelley, viviendo en una pesadilla, y al apóstol Pablo proclamándose como el más pecador entre los pecadores. La historia del lado oscuro de nuestra condición humana—un cuento de degeneración e involución, en lugar de evolución—es larguísima. La alienación se extiende por todas nuestras relaciones, con Dios, con otros, e incluso dentro de nosotros mismos. Los sociólogos que entienden que estamos alienados de Dios a causa del pecado, interpretarán los datos de forma distinta que aquellos que creen que somos intrínsecamente buenos pero hemos sido corrompidos por nuestra sociedad y entorno.
Sociología Cristiana – El Valor Inherente del Individuo.
La sociología cristiana no adopta una visión pesimista de la sociedad, aunque parezca que siempre tomamos las decisiones equivocadas y elegimos lo malo. Al contrario, la sociología cristiana adopta una visión optimista, porque acepta el hecho de que Dios nos da gracia a pesar de nuestros fracasos y errores. Nuestra libertad y responsabilidad ante Dios nos otorga más dignidad y significado de lo que las visiones deterministas nos otorgarían. Francis Schaeffer explica que no somos "una pieza en una máquina. . . ni una obra de teatro; [nosotros] realmente podemos influenciar la historia. Desde el punto de vista bíblico, [estamos] perdidos, pero somos grandes."3 Cristianos como William Carey y William Wilberforce, por ejemplo, fueron capaces de cambiar su sociedad e historia acabando con el tráfico de esclavos.4
La cosmovisión cristiana ve a cada persona como valiosa y capaz de contribuir a la sociedad. En lugar de ver al individuo como impotente ante las presiones sociales y ambientales, los sociólogos cristianos ven a la persona como más importante que la institución social. C.S. Lewis explica que aunque los ateos pueden pensar que "las naciones, las clases y las civilizaciones deben ser más importantes que los individuos," porque "los individuos sólo viven aproximadamente setenta años, y el grupo puede durar por siglos. Pero para el cristiano, los individuos son más importantes, porque viven eternamente; y las razas, las civilizaciones y cosas por el estilo, son en comparación, criaturas de un día."5
Aunque la sociología cristiana valora al individuo por sobre el orden social, el orden social aún es importante en la cosmovisión cristiana. Fuimos creados como seres sociales (Génesis 2:20) y reconocemos el papel que la sociedad juega en la historia, así como en nuestra relación con Dios. S.D. Gaede enfatiza nuestra inherente naturaleza social cuando dice: "Dios diseñó al ser humano para ser una criatura relacional. Note bien este punto. La humanidad fue creada para relacionarse con otros seres. No fue un accidente. No fue el resultado del pecado. Fue dada intencionalmente, creacionistamente."6 No obstante, a causa de la caída del hombre continuamos experimentando alienación, a lo que Gaede se refiere como el "dilema relacional." Debido a que los cristianos entienden la causa de este dilema, podemos trabajar para ayudar a otros no sólo a entender su causa, sino también su solución.
Sociología Cristiana – Conclusión
La sociología cristiana valora tanto a los individuos como a las instituciones sociales. Como individuos, somos libres de elegir, pero nuestra elección de alejarnos de Dios nos aliena de Él y de otros. La sociedad como un todo también es pecadora, es imperfecta y responsable de sus elecciones y actitudes. Las cosmovisiones deterministas que niegan el libre albedrío de individuos e instituciones, niegan la importancia de ambos. No puede haber un juicio valedero si fuerzas fuera de nuestro control determinan todas las acciones corporativas y del individuo. Isaías 46:8–11 nos muestra el plan de Dios para juzgar nuestras acciones, así como nuestra capacidad para hacer lo que escogemos.
Como humanos, enfrentaremos las consecuencias por las elecciones que hacemos en la creación de nuestra sociedad. Dios nos da la responsabilidad de proteger y dirigir las instituciones sociales que Él ordena, incluyendo la familia, el estado, y la iglesia. A las familias se les han encargado responsabilidades reproductivas así como de entrenamiento y crianza. Al Estado se le encarga implementar justicia, principalmente en lo concerniente al orden público. A la iglesia se le encarga demostrar el amor cristiano dentro del ella y en la sociedad en general.
Somos responsables ante Dios por la dirección en que estas instituciones conducen a la sociedad. Sin embargo, la misma carga de responsabilidad señala la bendición de tener libre albedrío y al mismo tiempo pertenecer a un Dios amoroso y justo. Nuestra libertad trae consigo responsabilidades, deberes, y trabajo. No estamos en libertad de causar estragos en el orden social; pero estamos en libertad de servir a otros con amor, y de servir y amar a Dios. Tal es el llamado de Dios a la raza humana.
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